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domingo, 4 de diciembre de 2016

Fidel Castro en Santa Ifigenia junto a cubanos que adoró

        
Fidel no está solo en Santa Ifigenia. Lo acompañan cubanos que él adoró en vida, comenzando por José Martí, los mártires del ataque al Cuartel Moncada y los caídos en misiones internacionalistas. En el horizonte, las montañas de la Sierra Maestra 

A unos pasos de su tumba, Carlos Manuel de Céspedes, Mariana Grajales, 32 generales de las guerras de Independencia contra el colonialismo español, los hermanos Frank y Josué País….

 

Cuando la banda de música interpreta las notas de la cantata “Eterno Fidel”, la pequeña urna que se guardaba dentro de la caja de cedro, llega hasta las manos de Dalia Soto del Valle, su esposa, que es la estampa de la dignidad y el dolor.

Detrás de ella está la familia y justo frente, al otro lado del Mausoleo, más de 40 invitados internacionales, amigos del Comandante y personalidades que asistieron ayer al acto en la Plaza Antonio Maceo. Cuando el arca con las cenizas llega hasta Raúl, sus manos ya no tiemblan. La coloca contra su pecho, la alza hasta el orificio en el interior de esta gran piedra y se le escapa un largo suspiro.



Este momento de la ceremonia no dura más de tres minutos, pero pesan como horas sobre los hombros de todos los presentes. Corren lágrimas en los rostros de los curtidos guerrilleros, de las mujeres y hombres que están aquí. Pero no hay lamentos, ni gritos, ni gestos que distraigan la solemnidad de estos instantes.

A lo lejos solo se escucha la marcha que viene desde la Plaza Antonio Maceo hasta las cercanías de la necrópolis: “Yo soy Fidel”, “Yo soy Fidel”, y ese es el único sonido que se alternará, como un eco allá a lo lejos, durante toda la ceremonia con el Himno Nacional, la música luctuosa, los pasos firmes de los soldados del Departamento de Ceremonias de las Fuerzas Armadas y las salvas de la artillería.

Después de colocar la tapa en el nicho, todo ocurre mucho más rápido.

Toque de atención. Himno Nacional. 21 salvas de cañones. Una grabación con la voz de Fidel que nos devuelve el concepto de Revolución. Relevo de la guardia de honor, tanto la formada previamente ante el Mausoleo de Martí, como la que escolta el lugar de reposo de Fidel.

Los presentes, incluidos las escoltas y los compañeros que cuidaron al líder de la Revolución en sus últimos años, depositan rosas blancas en la base del panteón. La fila comienza con Raúl y termina con el argentino Diego Armando Maradona, y entre uno y otro los presidentes Nicolás Maduro –Venezuela-, Daniel Ortega –Nicaragua-, Evo Morales –Bolivia-, Denis Sassou-Nguesso –Congo-, Malatu Teshome –Etiopía-, Alfred Marie-Jeanne –presidente del Consejo Regional de La Martinica- y los ex mandatarios, Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff, de Brasil.

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