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martes, 7 de febrero de 2012

El salario de un cubano


Un día cualquiera, de una semana sin importancia y de un año intrascendente hace más de tres décadas, me vi forzado a explicar el valor de los salarios que devengábamos los integrantes de una delegación cubana que participaba en un Encuentro de Universidades Latinoamericanas.

El suceso surgió durante un ameno diálogo en el jardín donde habitaba uno de  ellos en Bogotá. Ellos querían conocer más de nuestro verde caimán, o quizás alguno tuvo ganas de confrontar realidades.

El más interesado en el tema dividió una hoja en dos partes iguales y puso su nombre en una y el mío en la otra. El promedio de nuestros salarios era de unos 420 pesos per cápita. Él puso en su columna una cifra equivalente a 1,300 dólares y dio inicio al desglose de sus gastos:

Más de 200 de alquiler, casi 300 de agua,  gas, electricidad y pago de la portera del edificio, 300 de la escuela de sus dos hijas, incluidos uniformes, libretas y libros.


El tema salud representaba más de 100 dólares, (pago de una clínica privada para cuatro personas de su núcleo familiar). Con destino a recreación puso 70 (coste mensual del club que visitaban algunos fines de semana).

Cuando a su cuenta le quedaban 330 dólares, me habló de otros gastos como compra de ropa o libros, una salida al mes a comer en algún restaurante…pero fue entonces que le dije, jocosamente, que no entendía cómo era posible que viviera con ese salario, del cual aún no había deducido ningún artículo perdurable, una simple cajita de chicles ni pagado un taxi o echado gasolina al carro.

Le dije que en Cuba, muchos ya era dueños de sus viviendas y los que no solo pagan alrededor del 10% del salario. El gas, el agua y la electricidad no costaban más del 15%, la  educación y los gastos de salud gratuitos;  el deporte y la recreación tienen precios simbólicos, como la canasta básica, en realidad subvencionados por el estado.

Hoy se mantiene el hábito de cuestionar lo que ganan los cubanos como síntoma de fracaso económico o en comparaciones absurdas.  Se habla de los salarios equiparándolos al valor actual del peso cubano con respecto al dólar, pero no se tienen en cuenta la alta cifra de propietarios de sus casas y autos, cuando en otros países buena parte de cuanto se gana es para pagar alquiler o hipoteca.

Tampoco se le añade a la mensualidad que recibimos, los precios moderados de muchos servicios públicos o las gratuidades con que se beneficia a la población, en temas de primera magnitud como son los cuidados médicos, sea una simple consulta clínica que un trasplante de órganos.

Innegable, por supuesto, que el precio de los productos agropecuarios es alto en esta etapa.  Son gajes de la oferta-demanda y de la necesidad de darle asiento a una economía mixta y hasta tiene que ver la existencia de dos monedas, asuntos todos por resolver, se trate de un aumento de salarios o de dejar una sola divisa circulando.

Pero a diferencia de tantos sitios, donde, es de lamentar, la miseria lleva a la gente a los basureros o a pernoctar en las calles. Con todas las insuficiencias que perviven, en Cuba nadie se acuesta sin ingerir alimentos ni muere por carencia de atención especializada.

Y como “La palabra no es para encubrir la verdad sino para decirla”, como escribió José Martí, quede dicho aquí, por ese antes de la anécdota o para un después que pienso sea brioso y superior.

Tomado de sitio Radio Habana Cuba

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