Sin Rodeo reproduce un trabajo especial que publica este 25 de noviembre Invasor Digital,
Por Katia Siberia Foto: Nohema Díaz (INVASOR)
La caravana que llevaba las cenizas se detuvo en Ciego de Ávila durante 33 minutos. Entonces, casi nadie lo supo porque aconteció en un punto “desértico”, donde no hubo avileños a ambos lados de la Carretera Central. Esta es la historia de uno de los hombres que, no solo sabía lo que ocurriría, sino que, además, debió organizarlo. Un año después revela el secreto
Los hechos me obligan a contradecir las mismísimas normas en las que un oficial ha de presentarse; primero, por sus grados, y luego, por su nombre. Pero antes de que fuera teniente coronel y jefe de una Unidad Militar, Luis Alberto era el hijo de su abuela. Y es en ese suceso donde uno comienza a entender por qué un hombre con dos estrellas sobre el hombro abandona la marcialidad que le impone su uniforme y llora a centímetros del armón que guarda en cedro a Fidel, y, después de hablarle, se queda callado. Desde el rango no puede justificarse su actitud o, al menos, no en toda su dimensión.