José Alejandro Rodríguez
El doctor Francisco Durán conmovió a Cuba frente a las cámaras, cuando en la relatoría diaria de los fallecidos por la Covid 19 le flaqueó la voz en un sollozo contenido. Súbitamente, reveló la identidad de ese paciente de 69 años con antecedente patológico de hipertensión arterial, quien presentó parada cardiaca en asistolia, que no pudo sobrepasar aún con las maniobras de reanimación cardiopulmonar.
El silencio insondable del profesor, auxiliado sagazmente por la periodista Gisela García, fue una escena televisiva insólita. Y fue el más público y multitudinario homenaje al doctor Gustavo Sierra, el eminente científico e inmunólogo, precursor de la vacunología cubana, coautor de nuestra vacuna antimeningocóccica, plataforma sobre la que hoy se levanta uno de los candidatos nacionales contra el SARS-CoV-2. Y también del primer Interferón recombinante, que ha elevado tantas defensas. Paradoja del eterno duelo entre la vida y la muerte.