Fue el Generalísimo Máximo Gómez, quien al recibir la noticia de la muerte de José Martí, aquel 19 de mayo de 1895 en los campos de Dos Ríos, desesperado, se lanza solo al lugar de los acontecimientos con el objetivo de rescatar a Martí, vivo o muerto.
Dijo entonces Máximo Gómez a Tomás Estrada Palma: «Cuando me pude apercibir de su caída, lo más que podía hacer lo hice, lanzarme solo a ver si recogía su cadáver. No me fue posible, y puedo asegurar a Ud. que jamás me he visto en tanto peligro. La noticia de fuente española de que yo estaba herido, no dejaba de tener su fundamento».