Este período, unido a los primeros 15 días del mes de septiembre, conforma la etapa de máxima actividad de la temporada.
De acuerdo con los especialistas, el mayor récord de ciclones nombrados —una vez que alcanzan la fase de tormenta tropical— surgidos en un mes es de ocho, y lo comparten septiembre del 2002 y agosto del 2004.
En Cuba constituye el tercer mes de mayor peligro de azote, solo superado por octubre y septiembre.
Como uno de los principales huracanes que afectó al país caribeño en agosto, los meteorólogos recuerdan el Charley del 2004, cuyo centro penetró en tierra firme por la costa sur de la entonces provincia de La Habana, con categoría tres en la escala Saffir-Simpson.
En el año 2008 apareció el Gustav, de categoría cuatro, que cruzó sobre la porción oeste de la Isla de la Juventud y luego entró en la provincia de Pinar del Río, territorios donde causó cuantiosos daños materiales.
Aunque no pasaron por suelo cubano, destacan también Andrew, en agosto de 1992, que devastó áreas del sur de La Florida, y Katrina en 2005, el cual ocasionó un desastre de gran magnitud en la ciudad norteamericana de Nueva Orleans, rememoran los científicos.
La principal zona de formación de los ciclones del octavo mes del calendario se localiza en las aguas del Atlántico tropical, entre las costas de África y el arco de las Antillas Menores.
Por lo general suelen moverse hacia el oeste y el oeste-noroeste, por lo que algunos penetran en el mar Caribe oriental y se desplazan posteriormente por las aguas al sur de Cuba en dirección a la península de Yucatán. Otros lo hacen cerca o sobre la costa norte de Puerto Rico y República Dominicana, camino a Las Bahamas.
En la presente temporada 2018 se han registrado hasta el momento tres sistemas ciclónicos: la tormenta subtropical Alberto, en mayo, y los huracanes Beryl y Chris, en julio.
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