
Así describe este joven aquel episodio que lo mantuvo por cerca de tres años separado de los placeres de la vida y que gracias a los avances y bondades de la salud pública cubana, pudo recobrar con un proceder quirúrgico muy costoso en otros países, pero totalmente gratuito en esta isla, un trasplante de riñón.

"Pero aquello no era suficiente y me remitieron en el servicio de ambulancias de esa propia institución hacia el hospital Hermanos Ameijeira, de La Habana -relata- donde permanecí casi un año en un proceso de análisis e investigaciones clínicas hasta que me comunicaron que la solución era un trasplante".
El único inconveniente era contar con un donante de órgano, hasta que mi propia madre, María Ofelia Rojas, dio su disposición de donar uno de sus riñones para salvar mi vida. "Aquella fue mi salvación, porque mi estado de salud se empeoraba por día", confiesa.
Fue una intervención muy riesgosa, pero existía la confianza de que todo el proceder sería un éxito, y así fue. "Luego de mi recuperación, en pocas horas ya podía orinar y mi estado anímico se restablecía cada hora." describe.
Han transcurrido dos años de haber recibido el trasplante y hoy Maikel Domínguez Rojas goza de una perfecta salud, siempre cumpliendo los precisos requerimientos médicos.
Cuenta esta historia con una permanente sonrisa en su rostro y nos despide con la encomienda de que hagamos público, este siete de abril, cuando se celebra el Día Mundial de la Salud, su más sincero agradecimiento al sistema de salud cubano, por haberle salvado la vida.
Leonel Iparraguirre González
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