Sin mucha propaganda de lo que se planificaba, a toda la población sorprendió un sábado de enero, la aparición de una trocha compuestas por carpas a través de un largo trecho de la calle Martí,cada una representativa de la red gastronómica del territorio. Restaurantes como
La Atarraya, el Centro Turístico del Embarcadero, El Floridita, La Genovesa, La Milanesa, Hotel Morón y centros tan populares como Plaza Pio Leiva animaban la ciudad con los más variados servicios y platos de la cocina criolla.
No se excluye en las noches sabatinas la presencia de trabajadores por cuenta propia, representados por paladares tan conocidas como Don Papay otras.
Aunque las Noches Moroneras han sido amenazadas por la lluvia y hasta la carencia de algunos recursos fundamentales, como por ejemplo, hielo, nohan faltado las oportunas alternativas que han permitido mantener la vitalidad de los servicios.
Yamilé Pardo Rivero,vicepresidenta del Consejo de la Administración en Morón, señaló que todos los lunes se pasa revista al desarrollo de las actividades del fin de semana anterior y los viernes se precisan los detalles de lo que se presentará en la siguiente edición.
Si algo puede elogiarse es la estética que prevalece en la gran trocha festiva de cada sábado, así como la variedad de ofertas y sabores lo que contribuye a que la concurrencia sea practicamente masiva y el estado de opinión sea muy positivo.
Y aunque en las Noches Moroneras pesan más los aspectos positivos que los negativos, no es menos cierto que la Gastronomía lleva en sus hombros la mayor parte del protagonismo y si fuera válido un señalamiento, sería para la dirección de Cultura, pues fuera prudente
que existiera un área para presentaciones artístas y culturales, a partir del talento con que dispone el territorio.No obstante, la Noche Moronera bien merece aplausos por sus colores y sabores.
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