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miércoles, 31 de mayo de 2017

DIA MUNDIAL CONTRA EL TABAQUISMO: ¿Cómo surgió el mal hábito de fumar?

En todo el mundo se conoce que fumar daña la salud, pero en ninguna parte se ha dejado de producir, comercializar o consumir el tabaco.
 Se han  instituido campañas regionales y globales y hasta un Día para el antitabaquismo, un Día libre de humo.

Existen regulaciones para la venta de cigarrillos a menores en casi todos los países; las cajetillas deben estar debidamente identificadas; en centros públicos, ómnibus, aviones y demás medios de transporte las prohibiciones de su consumo son conocidas y hay locales especialmente dedicados y diseñados para los fumadores.



Sin embargo,esto no quita que en algunos países secelebren festivales del Habano, subastas de estuches de cigarros y tabacos, y hasta premios a los más asiduos consumidores.

Los fumadores de cigarrillos y tabaco están repartidos por todo el planeta y, lamentablemente, puede ser cualquier persona: niño, mujer, hombre.

Dicen los historiadores que en 1492, el 2 de noviembre, Cristóbal Colón estando en las costas de Cuba envía a Luis de Torres y a Rodrigo de Jerez a tierra con la misión de explorar. Luis de Torres era de origen judío, aunque se había convertido a la fe cristiana, y se vanagloriaba de conocer el hebreo, el mozárabe y de tener algunas nociones de árabe. Por ello vino en la expedición a bordo de una de las naves, la Santa María, pues el Almirante pensaba en utilizarlo como traductor en las conversaciones con las personas que debía encontrar.

Rodrigo de Jerez era un marinero, natural de la localidad de Ayamonte. Ambos fueron los primeros europeos en pisar tierra cubana. Pasaron varias jornadas reconociendo la isla y fueron recibidos amigablemente por algunos de sus aborígenes que les mostraron unas hojas secas que desprendían una peculiar fragancia. Les enseñaron la costumbre de secarlas, meterlas en una especie de cañas hechas con hojas de palma y maíz, como si fuera un mosquetón, quemarlas e inhalar el humo .

Es decir, Luis de Torres y Rodrigo de Jerez, protagonizaron el primer contacto europeo con el tabaco.

Al regresar a España Colón deja  Luis de Torres en un asentamiento en La Española (Santo Domingo) y a partir de entonces se pierden los datos sobre su vida.

Sin embargo, su compañero Rodrigo de Jerez, vuelve a la península a bordo de la carabela La Niña, trayendo consigo el recién conocido hábito de fumar, que enseña enseguida a sus vecinos de Ayamonte. Tal alarma provocó en esta localidad el humo que echaba, que sus habitantes acusan a Jerez de brujería. El Tribunal de la Santa  Inquisición tomó cartas en el asunto y lo encarcela por este rito endemoniado. Sin embargo cuando siete años después Rodrigo de Jerez es puesto en libertad, la costumbre de fumar se había extendido irremediablemente.

Aunque al principio el tabaco adquirió fama de planta medicinal y fue de amplia aceptación entre personas destacadas en la sociedad, el tabaco fue cuestionado a lo largo de toda su historia.

La primera acusación de peligroso veneno salió de Francia en el siglo XVI. A partir de ahí todas las Casas Reales de la época se dieron prisa en decretar medidas correctivas.

La Reina Elizabeth de Inglaterra mandó confiscar pipas y tabaqueras, a pesar de que su país era por entonces, gracias a sus Colonias, el mayor productor mundial de tabaco.

En Londres se impuso la decapitación al que fumase.

En algunos sitios la Inquisición también prohibió el uso del tabaco por considerarlo una práctica bárbara y procedente de una cultura salvaje.

El Papa Urbano VIII dictó en 1624 una Bula donde prohibía “…a todos en general el tomar tabaco bajo los pórticos y en el interior de las iglesias… Si alguno contraviniese estas disposiciones será excomulgado inmediatamente”.

En 1645, el zar ruso Alexis ordenó deportar hacia las frías tierras de Siberia a todo fumador, y luego dictó un decreto imponiendo la tortura y la muerte.

Los jerarcas mahometanos proclamaron que tanto el uso del tabaco como del café eran contrarios a su libro sagrado, el Corán, y que a los practicantes de tales deleites debía cercenárseles la cabeza.

Amurat IV de Persia ordenó que se cortase la nariz al que absorbiese tabaco.

En Japón, en 1607, el shogun de Tokugawa condenó a los fumadores, entre otras penas, a sufrir la confiscación de sus bienes y 50 días de prisión.

En todo el mundo se siguió fumando y la estima por el tabaco creció mucho más entre las gentes de toda clase y condición. Esto, a pesar de que en distintos países se siguieron sancionando leyes contra el tabaco incluso hasta las primeras décadas del siglo XX.


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