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domingo, 23 de agosto de 2015

Federación de Mujeres Cubanas en su aniversario 55: Vilma en la Memoria

Vilma Espín, junto a Fidel y Raúl en el
Segundo Congreso de la FMC
 -La Revolución cuenta con una decisiva fuerza de millones de cubanas aunadas mayoritariamente en una organización que ya suma 55 años
Por JESSICA CASTRO BURUNATE/ Revista Bohemia

Hay quien dice que la Federación es Vilma. Y si bien también es cierto que sus logros son resultado del trabajo conjunto de muchas mujeres, desde su fundación el 23 de agosto de 1960, rara vez puede separarse una de otra.   

Vilma Espín Guillois ganó el título vitalicio de Presidenta de la organización, junto a un lugar privilegiado en la memoria de las mujeres cubanas, especialmente las que compartieron con ella aquellos momentos complejos de transformación y lucha.



Con ternura y vitalidad características condujo el camino hacia el reconocimiento de los derechos de la mujer, entre ellos el de una participación activa en todas las esferas de la vida social sin ser objeto de ninguna clase de discriminación.

Vilma Espín y Celia Sánchez Manduley
Vilma no solo es el rostro y alma de la federación. Como la describiera Hart, Celia fue también “alma de la familia cubana”; representante de millones de otras mujeres que a través de la historia acompañaron el destino de esta nación. En “Mensaje de amor a destiempo”, Hart describe con extrema sutileza la profundidad de su esencia: “Vilma nació rica, hermosa e inteligente. Todas las categorías de las clásicas princesas de los cuentos de hadas. Pero su palacio encantado fue la lucha revolucionaria y su príncipe azul un pequeño rebelde con rostro adolescente.”

La familia cubana fue su rosa: ese valioso bien que se cuida y riega para hacerlo crecer, para despojarlo de toda suerte de males y pueda mostrarse entonces en todo su esplendor. Así, unida y fuerte, irremediablemente ligada al destino de la patria.
La apertura de los Círculos Infantiles el 10 de abril de 1961, bajo su mirada atenta, constituyó un notable paso en el camino de potenciar la inserción social de la mujer cubana sin que por ello renunciara a su condición de madre.

Y tal vez es este proyecto la razón cotidiana para traerla a la memoria, cuando el ajetreo diario invade el pensamiento de las madres trabajadoras. Porque su labor no se construyó sobre discurso y abstracción, sino sobre el principio de transformar la realidad diaria, hacerla más humana y digna, de las cubanas que salían cada mañana a hacer Revolución.

Junto con Celia, Haydée y Melba, fue la imagen femenina del proceso revolucionario. Para muchas, un núcleo de fuerza e inspiración que las acompañaba y guiaba, no desde la distancia sino desde el calor que emanaba su espíritu. Como quiso que fueran, ella misma se hizo ejemplo de la mujer cubana que conoce los pesares de su tiempo y se sumerge en ellos para encontrar soluciones.

 Desde el  año 76, estuvo entre los 31 miembros del Consejo de Estado e invariablemente, hasta que su salud lo impidió, destacó por sus aportes en diversos debates concernientes a la realidad del país. Asimismo, su presencia fue de gran valor en la Comisión Permanente de  Trabajo de Atención a la Juventud, la Niñez y la Igualdad de Derechos de la Mujer de la Asamblea Nacional del Poder Popular, desde la que se discutieron y aprobaron numerosas legislaciones. Resultado de sus acciones y  pensamiento es también el Código de la Familia Cubana, del año 1975.

Sin duda fue Vilma digna heredera de la más auténtica estipe de la mujer cubana. Esa que, sin perder la ternura, es ejemplo de entereza y disposición, de pensamiento y accionar revolucionario, acorde con lo más sentido de su época y con la mirada que la trasciende
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