Vilma Espín, junto a Fidel y Raúl en el Segundo Congreso de la FMC |
Por JESSICA CASTRO BURUNATE/ Revista Bohemia
Hay quien dice que la Federación es Vilma. Y si bien también es cierto que sus logros son resultado del trabajo conjunto de muchas mujeres, desde su fundación el 23 de agosto de 1960, rara vez puede separarse una de otra.
Vilma Espín Guillois ganó el título vitalicio de Presidenta de la organización, junto a un lugar privilegiado en la memoria de las mujeres cubanas, especialmente las que compartieron con ella aquellos momentos complejos de transformación y lucha.
Con ternura y vitalidad características condujo el camino hacia el reconocimiento de los derechos de la mujer, entre ellos el de una participación activa en todas las esferas de la vida social sin ser objeto de ninguna clase de discriminación.
Vilma Espín y Celia Sánchez Manduley |
La familia cubana fue su rosa: ese valioso bien que se cuida y riega para hacerlo crecer, para despojarlo de toda suerte de males y pueda mostrarse entonces en todo su esplendor. Así, unida y fuerte, irremediablemente ligada al destino de la patria.
La apertura de los Círculos Infantiles el 10 de abril de 1961, bajo su mirada atenta, constituyó un notable paso en el camino de potenciar la inserción social de la mujer cubana sin que por ello renunciara a su condición de madre.
Y tal vez es este proyecto la razón cotidiana para traerla a la memoria, cuando el ajetreo diario invade el pensamiento de las madres trabajadoras. Porque su labor no se construyó sobre discurso y abstracción, sino sobre el principio de transformar la realidad diaria, hacerla más humana y digna, de las cubanas que salían cada mañana a hacer Revolución.
Junto con Celia, Haydée y Melba, fue la imagen femenina del proceso revolucionario. Para muchas, un núcleo de fuerza e inspiración que las acompañaba y guiaba, no desde la distancia sino desde el calor que emanaba su espíritu. Como quiso que fueran, ella misma se hizo ejemplo de la mujer cubana que conoce los pesares de su tiempo y se sumerge en ellos para encontrar soluciones.
Desde el año 76, estuvo entre los 31 miembros del Consejo de Estado e invariablemente, hasta que su salud lo impidió, destacó por sus aportes en diversos debates concernientes a la realidad del país. Asimismo, su presencia fue de gran valor en la Comisión Permanente de Trabajo de Atención a la Juventud, la Niñez y la Igualdad de Derechos de la Mujer de la Asamblea Nacional del Poder Popular, desde la que se discutieron y aprobaron numerosas legislaciones. Resultado de sus acciones y pensamiento es también el Código de la Familia Cubana, del año 1975.
Sin duda fue Vilma digna heredera de la más auténtica estipe de la mujer cubana. Esa que, sin perder la ternura, es ejemplo de entereza y disposición, de pensamiento y accionar revolucionario, acorde con lo más sentido de su época y con la mirada que la trasciende.
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