El médico cubano con ébola que fue trasladado desde Sierra Leona a Suiza se encuentra estable, no sufre dolores agudos y presenta un cuadro similar al de una fuerte gripe, dijeron hoy los responsables del Hospital Cantonal de Ginebra.
Los doctores encargados de su atención revelaron además que el doctor Félix Báez Sarría, de 43 años, ha empezado a recibir como tratamiento principal el fármaco Zmapp, de tipo experimental y que ha dado resultados alentadores.
El médico en jefe del Servicio de Cuidados Intensivos del hospital, Jerome Pugin, comunicó hoy a los periodistas que se planean incorporar a su tratamiento el antiviral de amplio espectro favipiravir.
El Zmapp, desarrollado en Canadá, fue administrado en los últimos meses a otros pacientes extranjeros que se contaminaron de ébola en África Occidental.
“En animales se ha mostrado extremadamente eficaz, sobrevivieron y mostraron una buena evolución”, explicó Pugin.
El mismo fármaco se utilizó con los primeros cooperantes extranjeros, de nacionalidad estadounidense, que se infectaron con ébola en Liberia, quienes se recuperaron, así como con un misionero español que falleció, Miguel Pajares.
Las escasas muestras de este medicamento se agotaron, aunque las autoridades suizas indicaron que cuentan con una reserva que les permitirá “en todo caso tratar a este paciente”.
En caso de que el estado del enfermo empeore, se prevé introducir el tratamiento con suero sanguíneo, obtenido de pacientes que han logrado superar la enfermedad, explicó Pugin.
Sobre el estado de Báez, el médico precisó que no sufre de dolores fuertes, sino de síntomas como los asociados a una severa gripe, como fiebre, escalofríos, así como molestias gastrointestinales y respiratorios, “que no son graves por el momento”.
En conferencia de prensa, el director del Hospital de Ginebra, Bertrand Levrat, precisó que la decisión de acoger al médico cubano no fue de este establecimiento, sino de la Oficina Federal de Salud Pública de Suiza.
Dijo que eventualmente, y en caso de que la OMS lo requiera, se podría acoger a otros enfermos de ébola, pero aclaró que “nuestra capacidad es limitada” y que éstos se contarían “con los dedos de una mano”.
El responsable del hospital dijo que, para recibir a estos pacientes, se requiere de una adaptación especial y poner a disposición espacios y recursos humanos significativos.
Nueve enfermeras atienden directamente a Báez las 24 horas del día y también hay tres médicos que se ocupan de él “en permanencia”, aunque en total hay “decenas de personas” de distintas disciplinas que se dedican a su caso, todos ellos voluntarios.
Levrat garantizó que el hospital está aplicando las máximas medidas de seguridad, el conjunto de protocolos aplicables a casos como éste y que “nadie se expone, ni el personal sanitario ni la población”.
Los responsables médicos indicaron que la OMS ha asumido los costes de la atención de Báez, quien les autorizó a informar a la prensa sobre su estado.
Se desconoce qué situación concreta provocó el contagio del médico en Sierra Leona, donde formaba parte de la primera brigada -de 165 profesionales sanitarios- enviada desde Cuba a principios de octubre a África Occidental, concretamente a Sierra Leona, para luchar contra la epidemia del ébola.
Otras dos brigadas siguieron semanas después con un total de 83 sanitarios cubanos desplegados a Liberia y Guinea Conakry.
Báez pudo bajar a pie del avión que le trasladó desde África, vestido con un traje de protección y de una máscara, y la ambulancia en la que fue llevado al Hospital de Ginebra fue escoltada por la policía, un hecho poco común en Suiza.
A su llegada al centro fue ingresado en una habitación especial prevista para este fin en un sector aislado del hospital.
Un equipo entrenado especialmente para este tipo de atención se ocupó de él después de haberse colocado el equipo de protección recomendado.
Tras recibir los cuidados necesarios, el doctor Báez pudo dormir y hoy conversó con los responsables de su atención, quienes dijeron que el testimonio que les dio sobre la situación en Sierra Leona fue “desgarrador”.
El médico pudo hablar también por teléfono con su familia en Cuba, un momento que fue descrito como de “extrema emoción”.
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