Estados Unidos no cesa en sus pretensiones de destruir la Revolución Cubana y con este propósito, las sucesivas administraciones han utilizado las más variadas agresiones injerencistas.
Basado en los supuestos derechos que otorga la citada legislación, el mandato de George W. Bush, aprobó su conocido Plan Bush, con el cual estableció, entre otras iniciativas, un presupuesto mínimo de 20 millones de dólares anuales para la subversión en nuestro país.
Este año, como ya es habitual, el gobierno norteamericano destinó parte del presupuesto anual del que dispone, para tales fines. En ese sentido el pasado 2 de agosto se aprobó definitivamente la suma establecida, la cual iría a las arcas de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID).
Como se ha dado a conocer, estos programas administrados por el Departamento de Estado, estarán dirigidos fundamentalmente a "apoyar a la sociedad civil en Cuba".Para tal propósito la administración Obama ha definido sus prioridades, entre las que aflora: intensificar la participación social de sectores "vulnerables", dígase discapacitados, homosexuales, entre otros, "fomentar las alternativas de políticas públicas que mejoren la calidad de vida y capacitar a los cubanos a reivindicar derechos, incluidos el acceso a la educación, la salud, la vivienda, etc"; promover la libre expresión y el flujo de información con la contribución esencialmente de "periodistas independientes", y por último, cínicamente han dicho que pretenden fomentar los derechos humanos en Cuba.
También se promoverán técnicas de solución de conflictos y la colaboración entre actores sociales.
Asimismo, la USAID prevé subvencionar, con 4,1 millones de dólares, programas para incrementar la libre expresión entre jóvenes con edades comprendidas entre 12 y 24 años, expandir el uso de internet, aumentar el acceso a la información y apoyar a grupos de la sociedad civil como cooperativas, iglesias, y clubes deportivos, entre otros.En este aspecto, se esgrime como justificación el intento de incrementar la interacción entre los jóvenes y abrir espacios para la libre asociación y expresión que estén fuera del control del Estado cubano.
Tales iniciativas injerencistas, confirman las nuevas modalidades introducidas por la actual administración de Washington en la labor subversiva y de influencia hacia Cuba que, sin abandonar su tradicional apoyo a la contrarrevolución, se propone expandir su acceso a los más diversos sectores de nuestra sociedad.
Se trata de las acostumbradas acciones de esta naturaleza por parte del gobierno de Estados Unidos, el cual busca detener a cualquier coste el curso de la Revolución.
El vecino del Norte tratará, como hasta hoy, de impedir por todos los medios a su alcance, tradicionales o no, el derecho soberano del pueblo y Gobierno cubanos a decidir su futuro.
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