(Por Leonel Iparraguirre González)
Andar por calles y admirar las decanas e históricas plazas de la ciudad española de Valencia, se hace difícil por estos días. Un torrente de personas proveniente de muchos lugares converge para disfrutar de las populares Fallas Valencianas que como cada año, desde hace más de un siglo, se desarrollan en esta fecha.
Se trata de una arraigada tradición cultural que tuvo sus orígenes en el año 1784, según revelan historiadores, y que por su tracendencia, con alcance de interés turístico internacional, fueron inscriptas por la UNESCO en el 2016, como representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
La celebración inició este año desde el último domingo del anterior mes de febrero con fecha de culminación el 19 de marzo, período preñado de iniciativas, creaciones artísticas, y una variada gama de atracciones que moviliza a niños, adolescentes, jóvenes y adultos en sentido general, en el disfrute de cada jornada.
La programación es muy variada, la que tiene como preámbulo la presentación de la Fallera Mayor, una elegante joven, que engalanada con los atuendos propios de la festividad deja inaugurada la celebración con elocuentes palabras que describen la magnitud de una tradición cultural reconocida internacionalmente.
Son jornadas de exposiciones, de cavalgatas, las llamada mazcletá que consiste en el disparo de una inmensa cantidad de pólvora en un término aproximado de cinco minutos de fuegos artificiales de forma armónica, accionada digitalmente por famosos en la pirotecnia, de petardos que día y noche estallan en el suelo, y de monumentales y empinadas obras artísticas que levantan las más de cien comisiones de las Fallas, en las más céntricas calles y plazas.
Una nube sincronizada de humo, colores y sonido, inunda gran parte de la ciudad, presenciada cada día en el más puntual horario de la tarde por miles de personas reunidas frente a la famosa plaza de ayuntamiento, como testigos de uno de los espectáculos más prominentes del mundo.
Pero no solo vibra la ciudad de Valencia sino que la pasión por estas fiestas se ha extendido también a diferentes poblaciones de su comunidad, donde igualmente se pueden admirar las réplicas de esa tradición.
"Falta lo mejor de las Fallas de este año", me confesó un oriundo de esa provincia española: la premiación. Y la despedida, entre aplausos y vítores, la quema de esas monumentales obras de arte, para dejar libre las avenidas y plazas, porque al concluir la festividad alencia vuelve a la normalidad, con el ir y venir de la gente, y las bellezas arquitectónicas que la configuran.
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