- Las palabras centrales del homenaje póstumo estuvieron a cargo de Miguel Díaz - Canel Bermúdez, primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, quien evocó la valerosa vida de Hart, así como el extraordinario ejemplo de lealtad, espíritu de sacrificio, firmeza y apego absoluto a los principios, que legó a las presentes y futuras generaciones.
El General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, asistió en la mañana de este lunes a la sede del Centro de Estudios Martianos, donde desde la noche del domingo se realizaban las honras fúnebres del combatiente revolucionario Armando Hart Dávalos, figura esencial de nuestra historia.
A la diez de la mañana, el Presidente cubano, acompañado por otros miembros del Buró Político, encabezó la última guardia de honor a quien fuera un ferviente martiano y fidelista, que desde muy joven puso su vida al servicio de la Patria.
En el Salón Bolívar de la institución, abarrotado por familiares, amigos, compañeros de lucha y de trabajo, se escucharon las notas del himno nacional y un sobrecogedor toque de silencio.
Las palabras centrales del homenaje póstumo estuvieron a cargo de Miguel Díaz - Canel Bermúdez, primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, quien evocó la valerosa vida de Hart, así como el extraordinario ejemplo de lealtad, espíritu de sacrificio, firmeza y apego absoluto a los principios, que legó a las presentes y futuras generaciones.
“El sentido martiano de la ética guio invariablemente su conducta, siempre transparente, siempre implacable frente a quienes usaron la Patria como pedestal”, señaló.
Díaz - Canel relató también su trayectoria como ministro de Educación del primer gabinete revolucionario, desde donde dirigió la Campaña de la Alfabetización y la admirable obra educacional que transformó a nuestro país.
Una década después—apuntó— asumió la creación del recién creado Ministerio de Cultura, “desde donde rectificó errores, restauró la comunicación con la vanguardia intelectual, impulsó la enseñanza artística y diseñó un sistema institucional que convirtió al pueblo en protagonista de los sucesos culturales”.
En su última etapa de trabajo se entregó a una de sus pasiones centrales: el estudio y difusión de la vida y obra de José Martí, “estaba convencido de que en Martí el ideario cubano de la emancipación, la justicia y el antimperialismo habían alcanzado su punto más alto”.
“Hasta el último de sus días fue un batallador intelectual y político incansable”, consideró Díaz - Canel, por eso “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida. A esa frase de Martí, Hart añadiría ¡Hasta la Victoria, Siempre!”.
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