"No está definido el total de años que tomará y va a depender de lo que tengamos que modificar", expresó García acerca de la posible transformación de los actuales programas aplicados en la isla desde 1988.
Dentro de 10 años la escuela debe ser diferente, y cuidado no sea en menos, expresó el directivo, para quien lo más importante es que el Ministerio de Educación dio los primeros pasos de una decisión que implicará a toda la sociedad.
Este es un problema complejo que el país tiene que enfrentar y por suerte tomó la decisión de enfrentarlo con serenidad, con pasos sólidos, pero con mucho cuidado, añadió García tras aclarar que existen cronogramas preliminares sin una fecha tope.
Las transformaciones que hagamos en la educación de aquí a tres o cuatro años afectarán la vida de las personas dos o tres lustros después, precisó luego de señalar que tales implicaciones y los costos económicos de la medida obligan a ir paso a paso.
Lo más importante es que se ha decidido iniciar el proceso, que no queremos apresurar, argumentó.
Este año, agregó, nos hemos propuesto capacitar las estructuras nacionales para tomar puntos de vista comunes sobre estos asuntos en un proceso que -aclaró- involucrará a los maestros en las escuelas.
Algunas investigaciones previas han detectado programas sobrecargados, balance de asignaturas no uniformes y lagunas en los contenidos introducidos durante la década de los 90 del pasado siglo, manifestó el experto.
"Existe la necesidad de hacer algunas modificaciones, porque nuestro currículo es poco flexible, no permite a la escuela trabajar temas que requiere particularmente", significó García al quejarse de la rigidez de muchos programas.
Además de las deficiencias apuntadas, el especialista mencionó la urgencia de introducir contenidos relacionados con la nanotecnología, el ADN y el medio ambiente, que no estaban lo suficientemente desarrollados cuando se adoptaron los actuales planes.
La agricultura, ejemplificó, debe tener un espacio en la vida escolar. Sabemos cuántos discos se venden, pero no cuando comienza a sembrarse el tomate y el maíz, explicó.
En opinión del director del ICCP no todas las transformaciones tienen que implicar el cambio total.
Introducir temas de educación para la salud o abordar más ampliamente los problemas medioambientales pueden resolverse sin que apremien mutaciones en los currículos, estimó.
Solo en los últimos años las fuertes inversiones para dotar los laboratorios de ciencias de las escuelas básicas y de bachillerato permitieron recuperar el camino perdido en la enseñanza de esas asignaturas sin necesidad de alterar los planes de estudio, subrayó.
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