Barack Obama, Premio Nobel de la Paz, no está solo. Se hace acompañar para el desempeño de sus proyectos guerreristas de hombres de puntaría. Este es el caso de Chris Kyle.
Un reporte de la BBC confirma que Chris Kyle, un francotirador
estadounidense mató a 255 personas en Iraq, de lo que no se arrepiente, “me
gustaría haber matado a más gente”, declaró.
Kyle
es también conocido como “El Exterminador” y “El Diablo de Ramadi” y fue
retirado de sus funciones en el año 2009, luego de integrar como oficial
durante diez años el pelotón Charly, reconocido como el tercer grupo de la
fuerza de élite estadounidense, donde se ganó la reputación de ser el
francotirador más letal en toda la historia del grupo.
De
su trayectoria como militar se le destaca tener 150 víctimas, una cifra que
supera el récord anterior de 109, alcazado por un francotirador durante la
guerra en Vietnam, pero Kyle afirma que el número es mayor, pues sólo en la
segunda batalla en Falluyah a finales
del 2004 dijo haber dado muerte a 40 enemigos.
“Me
gustó lo que hice en Iraq y todavía me gusta y si las circunstancias fueran
diferentes y mi familia no me necesitase, volvería en un abrir y cerrar de
ojos”, relato en el libro American
Sniper, un libro publicado recientemente en Estados Unidos.
Su compañía, Charly, fue
una de las primeras en desembarcar en la península de Al-Faw, al inicio de la
llamada Operación Libertad, iniciada el 20 de marzo del 2003 por el entonces
presidente de EE.UU., George W. Bush.
A finales de ese mes, en un
pequeño poblado de la región de Nasiriya, los oficiales de Seals aguardaban la
llegada de los infantes de marina. Kyle y otros soldados vigilaban el operativo
desde lo alto de un edificio.
Todos los vecinos se
encerraron en sus casas a mirar por las ventanas. Todos menos una mujer y unos
pocos niños que merodeaban por la calle. Cuando los infantes se acercaron, la
mujer les lanzó un objeto amarillento que tenía guardado en su bolsa. Según el
artículo el jefe presumió que era un ataque: ¡Es una granada! ¡Una granada
china!, gritó el jefe de Kyle. ¡Dispara! Al verlo titubear, el jefe repitió:
¡dispara!
Kyle apretó el gatillo dos
veces, la “primera y única vez” que mató a una persona en Iraq que no fuese un
hombre ni un combatiente. “Era mi deber. No me arrepiento”, escribe. “Mis balas
salvaron a varios estadounidenses cuyas vidas valían claramente mucho más que
la de aquella mujer de alma retorcida. Puedo enfrentarme a Dios con la
conciencia tranquila en relación con mi trabajo”.
Kyle
es oriundo de Texas donde aprendió a
usar armas desde pequeño. Ahora se
enorgullece de haber matado a un hombre a una distancia de 2 100 metros en los suburbios
de Bagdad.
Explica
que su odio por el enemigo se fue acrecentando durante sus viajes a Iraq. “El
número no es importante para mí, me hubiera gustado haber matado a más gente,
no para presumir, sino porque creo que el mundo es un lugar mejor sin salvajes
que atenten contra la vida de estadounidenses”, confiesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
(Su comentario puede tardar unos minutos para ser publicado)