El Papa Francisco en una audiencia a los párrocos de Roma ha confesado a finales de esta semana que la cruz que siempre lleva consigo la robó del ataúd donde reposaba un amigo sacerdote argentino, el padre Aristide, informa 'El Diario'.
El pontífice, que en aquella época era vicario general, visitó el funeral de su amigo, conocido por ser un gran confesor, y tomó la cruz con el deseo de obtener “la mitad de la misericordia” de su amigo.
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