Tal parece que el tiempo se ha detenido para mantener intactas las huellas de Pio Leiva en la ciudad de Morón. Los que lo conocieron lo recuerdan caminando por las calles, conversando con los amigos en uno de los bancos del parque Martí y otros lugares que acostumbraba frecuentar.
A Pio lo caracterizaba la seriedad, pero al mismo tiempo compartía la jocosidad y reía con fuerza cuando se hacía un chiste o se recordaba una anécdota.
Acostumbraba a opinar de pelota, a hablar de cosas antiguas de Moròn y pocas veces, o casi nunca, habla de su vocación de cantante.Cuando estaba en este ambiente, no parecía ser aquel montunero que estremecía los escenarios y que era tan admirado por la población.