Tomado de Cubahora.cu
Las cámaras han jugado una mala pasada al presidente norteamericano, Barak Obama. Sus palabras con el presidente ruso, Dimitri Medvedev, en la cumbre nuclear de Seúl -que creía off the record- han sido grabadas y difundidas al mundo entero cuando le prometía: “Estas son mis últimas elecciones. Después tendré más flexibilidad”.
Parece ser que el mandatario estadounidense piensa que sus interlocutores tienen su misma calidad de memoria. El actual inquilino de la Casa Blanca había ofrecido a Rusia en julio de 2009 abrir una “nueva era” en las relaciones entre ambos países, a la vez que acusaba al entonces primer ministro ruso, Vladimir Putin, de estar “anclado en la Guerra Fría”. Quizás de ello se acordó Medvedev cuando le respondió en Seúl: “Lo entiendo. Se lo haré saber a Vladimir”.
Pero si así se comporta el jefe de la potencia más poderosa del planeta con el país que sucedió a la URSS -su principal rival durante más de medio siglo- qué se podrá esperar de Obama cuando acuda a encontrarse el próximo abril con los líderes de la región que EE.UU. consideró siempre su patio trasero: América Latina.
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