Fue el Generalísimo Máximo Gómez, quien al recibir la noticia de la muerte de José Martí, aquel 19 de mayo de 1895 en los campos de Dos Ríos, desesperado, se lanza solo al lugar de los acontecimientos con el objetivo de rescatar a Martí, vivo o muerto.
Dijo entonces Máximo Gómez a Tomás Estrada Palma: «Cuando me pude apercibir de su caída, lo más que podía hacer lo hice, lanzarme solo a ver si recogía su cadáver. No me fue posible, y puedo asegurar a Ud. que jamás me he visto en tanto peligro. La noticia de fuente española de que yo estaba herido, no dejaba de tener su fundamento».
Se confirma así que Martí es impactado por tres disparos: una bala le penetró por el pecho, al nivel del puño del esternón, que quedó fracturado; otra, que le entró por el cuello, le destrozó, en su trayectoria de salida, el lado izquierdo del labio superior, y otra más lo alcanzó en un muslo.
El cubano Antonio Oliva, un práctico conocido por el sobrenombre de El Mulato, alardea de haberlo rematado con su tercerola. Alardearía también de haberle hecho fuego desde el yerbazal. Un militar español, Enrique Ubieta, calificó de fantasía el tiro casi a boca tocante de Oliva sobre Martí moribundo. Antonio Oliva estuvo entre los combatientes distinguidos en la acción de Dos Ríos y se le otorgó la Cruz del Mérito Militar de Cuba, con distintivo rojo.
En el momento de su muerte vestía Martí pantalón claro, chaqueta negra, sombrero de castor y borceguíes también negros. Su ropa debe haber llamado la atención del enemigo. Por la documentación que portaba, los españoles sospecharon de inmediato que se hallaban ante el cadáver del «pretendido» .
Llevaba el Apóstol documentos oficiales y varios papeles de índole personal, como la carta inconclusa a su amigo Manuel Mercado, fechada el día anterior, 18 de mayo. Las iniciales JM reiteradas en el reloj y el pañuelo, la documentación ocupada y las aseveraciones de Satué y Chacón sobre la identidad del occiso, convencen a Ximénez de Sandoval de haber asestado un golpe mortal a la revolución naciente.
Una hora y media había demorado el combate de Dos Ríos. El Apóstol cayó en la segunda media hora de la acción, después de la una y siempre antes de la una y treinta de la tarde, que es cuando el Generalísimo recibe la noticia apabullante.
Hay júbilo en la parte española por la muerte del Delegado del Partido Revolucionario Cubano. Vuelan los mensajes de un lado a otro. «Muerto el titulado Presidente José Martí».
El Gobierno y la reina regente de España, envían un telegrama al capitán general Martínez Campos: felicitan al ejército de operaciones en Cuba y al coronel Sandoval por el victorioso combate. Los periódicos, en sus ediciones habituales y en suplementos extraordinarios, divulgan la noticia.
(Notas tomadas de Lecturas de Ciro Bianchi)
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