Cumple 53 años la comunidad Celia Sánchez Manduley de Turiguanó

Apenas habían transcurridos dos años del triunfo revolucionario cuando la heroina de la Sierra Maestra, Celía Sánchez Manduley efectuó una visita a la zona ganadera  de Turiguanó, 27 kilómetros al norte de la ciudad avileña de Morón, ocasión en la que apreció la necesidad de unificar a los trabajadores dispersos de esa Empresa Pecuaria.

No tardó mucho tiempo en que Celia regresara a ese lugar con un novedoso proyecto, consistente en un plan de 49 viviendas estilo holandés, de  empinados  techos, y  estructuras poco convencional, el que se comenzó a construir en los primeros meses del año 1961 con el reto de concluir en el menos tiempo posible.

                                     
                                       Aurelio Molina, delegado de la circunscripción
                                        habita una de las viviendas de la comunidad 
 
Así, el 24 de febrero de 1964 se entregaban las llaves de  aquel nuevo asentamiento rural a  familias de los obreros ganaderos. Quedaban atrás las difíciles condiciones de vida  que  tenían esas familias,  en sus humildes  casas disperas en potreros y  fincas en lejanos  e inaccesibles lugares como El Salado y El Coy, donde únicamente era posible llegar mediante una embarcación que enlazaba el embarcadero de la Laguna de la Leche de Morón con esos parajes.
                       
Tania Martha Martínez era muy pequeña cuando a sus padres le entregaron una de esas casas y aunque no recuerda aquel  momento, tiene referencias de que la inauguración del llamado Pueblo Holandés constituyó motivo de extraordinaria felicidad para todas las familias beneficiadas. "Aquí todos nos preocupamos porque estas viviendas no se deterioren por lo que cada cierto tiempo se acomete un proceso de reparación y mantenimiento"

Aurelio Molina del Pino, es también fundador de la comunidad y  actual delegado de la circunscripción número 68 de Turiguanó. "Contamos con todas las comodidades, pues el diseño de Celia fue muy abarcador con una bodega, una casa comunal,  tanque elevado para el abasto de agua y  ahora ya tenemos  un consultorio del Médico de la Familia".

Desde lejos se observa sobre una colina esta comunidad, donde se entretejen viviendas con discretas callejuelas  que forman un aparente laberinto y que la vecindad conserva con especial atención en cuanto a pintura, jardinería y cuidado estético. Un perenne  homenaje a la Flor Autóctona de la Revolución, figura revolucionaria que honran con un conjunto  escultórico a su memoria, a la entrada de la comunidad.