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jueves, 6 de octubre de 2016

Barbados: Un dolor que se multiplica y un pueblo que aún llora

Por Aymara Vigil

Hoy Cuba amaneció enlutecida, porque el dolor de la muerte, aún más si es provocada, siempre se recuerda. Las banderas a media asta marcarán otro 6 de octubre, otro día de angustia para aquellos a los que se les arrancó una parte de su vida.

Pareciera que cuatro décadas es mucho tiempo, pareciera que, al cabo de los años, la voladura de aquel avión en pleno vuelo solo fuese un recuerdo del pasado. Sin embargo, para quien perdió un ser querido, para quien le arrebatan un amor familiar, cuarenta años pueden volverse de súbito en un amargo y resonante castigo.


Silvia Elena Armengol estudiaba la carrera universitaria de Derecho durante aquellos sucesos. Perdió a su padre. Con lágrimas en los ojos confiesa que es muy duro recordar esa fecha, y que cada aniversario es como trasladarse automáticamente a ese momento. “Solamente la muerte podrá borrar lo que sufrimos en esos días” agrega con la voz totalmente quebrada.

El padre de Silvia, Armando Armengol Alonso, era piloto de Cubana de Aviación. Solamente le faltaban dos años para retirarse. Podía haber tenido una larga vida junto a sus dos hijos y su esposa. “Le troncharon el destino, a él y a tantos otros que iban en ese vuelo”.

Barbados aún duele, aún se nos hace inverosímil. Pocas horas bastaron para ensombrecer la alegría y transformarla en llanto, en un llanto de niños, de padres y de un pueblo entero.

Lilian Machín era una joven de solo 18 años. Nunca pudo borrar de su mente la noche en la que le dieron la noticia. A partir de ahí, reconoce, su vida cambió completamente. “Nos quedamos solas, éramos mi hermana, mi mamá y yo; tres mujeres completamente solas. Tuvimos que, con todo el dolor, tratar de salir adelante”.

Aún hoy, quienes conocieron al ingeniero de vuelo Ernesto Machín, padre de Lilian, se acuerdan del amor inmenso que sentía por sus dos hijas y por su esposa. De no haber sido por ese terrible sabotaje, Ernesto hubiese vivido, cuatro meses después, la celebración de los 15 años de la menor de sus hijas.

“Mi papá era un hombre joven, un hombre lleno de vida. Y de pronto que te digan que ya no está más. Podrás imaginar, ¿qué fueron esos quince si no de llanto?” recuerda Lilian como si fuera hoy.

A 40 años de Barbados, el dolor sigue multiplicándose. Millones de cubanos continúan llorando un crimen que hizo tanto daño, y que aún hoy, para dolor de todo un pueblo, continúa impune.

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