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lunes, 20 de julio de 2015

Ondea la bandera cubana en Washington: Abre Cuba su embajada en EEUU

-Reitera Bruno Rodríguez, canciller cubano, deseo de avanzar hacia normalización de nexos con EE.UU

La bandera de Cuba ondea de nuevo en Washington, lo que pone fin a más de cinco décadas de lejanía desde aquel 3 de enero de 1961 cuando de manera unilateral la Casa Blanca, dirigida entonces por el presidente Dwight Eisenhower, decidió romper los vínculos diplomáticos con La Habana.



Comenzó entonces un proceso de hostilidades encaminado a destruir a la joven Revolución Cubana, un intento cuyo fracaso fue reconocido en diciembre pasado por el jefe de Estado norteamericano, Barack Obama, cuando anunció su disposición a restablecer las relaciones, que deben estar basadas en las normas internacionales, la igualdad soberana y la no injerencia en los asuntos internos de los Estados.

Tal y como afirmó en Washington el distinguido académico Eusebio Leal, la reapertura de la embajada de Cuba en la capital del país norteño es “el reconocimiento de la legitimidad del pueblo cubano y la Revolución misma, negada por muchos años por Estados Unidos”.

Nadie ignora la heroica resistencia hecha por la nación caribeña ante las agresiones incubadas y ejecutadas desde territorio norteamericano, e incluso desde otros países hermanos de América Latina, así como el elevado precio que su pueblo ha debido pagar por su apego y lealtad a los principios.

Sin ese valor no sería posible que hoy se de el primer paso de un complejo camino hacia la normalización de las relaciones entre los dos adversarios de la guerra fría.

El bloqueo económico, comercial y financiero permanece intacto con todo el entramado de normas que violan el derecho internacional, entre ellas las denominadas leyes Torricelli y Helms-Burton que lo convierten en un instrumento extraterritorial.

Los ciudadanos estadounidenses aún están impedidos de visitar a la mayor isla de Las Antillas y los empresarios de ese país observan con desasosiego cómo delegaciones de los cuatro puntos cardinales visitan una detrás de la otra a La Habana para proponer acuerdos comerciales de diversa índole.

Además, aunque los tratados mundiales exigen que los Estados mantengan un absoluto respeto a la integridad territorial de las naciones con las que mantienen nexos diplomáticos, hay una porción de suelo cubano en la bahía de Guantánamo donde, contra la voluntad de su pueblo, hay una base naval estadounidense y un campo de prisioneros donde se ha practicado la tortura y otras violaciones graves a los derechos humanos.

El Congreso norteamericano mantiene millonarias partidas para promover la subversión en Cuba y permanecen regulaciones, como por ejemplo la sección 211 de la Ley Ómnibus de Asignaciones que permite, entre otras irregularidades, el robo de la marca Havana Club en Estados Unidos.

Como se ve, queda un largo trecho por caminar y la pelota está toda en campo estadounidense porque aquí, en Cuba, jamás se emitió una ley o se promovió acción alguna con el propósito de causar daños a ese pueblo vecino con el que, a falta de vínculos entre los dos Estados, siempre se mantuvo una dinámica relación que ahora podrá profundizarse.




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