En un comunicado, la empresa informó que mantendrá el 90 por ciento de sus trayectos de largo radio y el 61 de los de media distancia internacional, mientras en las rutas nacionales el porcentaje baja al 46.
Iberia anunció el pasado martes el despido de tres mil 807 trabajadores, como parte de un severo plan de reorganización que contemplaba inicialmente la destrucción de cuatro mil 500 empleos.
La propuesta, que incluye una serie de medidas de reducción y congelación salarial, supone la salida del 19 por ciento de los 20 mil empleados que integran la plantilla de la mayor compañía de aviación de este país europeo.
Según fuentes sindicales, el colectivo más afectado sería el de personal de tierra (unos dos mil 640), seguido del de tripulantes de cabina de pasajeros (unos 760) y el de pilotos (unos 320).
El ajuste, presentado por International Airlines Group (IAG), sociedad nacida en 2011 tras la fusión de Iberia y la británica British Airways, comenzará a aplicarse el 14 de marzo y se extenderá hasta el 31 de diciembre próximo.
Tras dar por fracasadas las negociaciones con la dirección del consorcio, los sindicatos que agrupan a los operarios de tierra y tripulantes de cabina convocaron 15 jornadas de huelga a partir del próximo lunes.
La medida de fuerza, a la que se sumarán los aeronautas a partir del 4 de marzo, se llevara a cabo en tres bloques de cinco días (de lunes a viernes).
El primero se extenderá del 18 al 22 de febrero, el segundo del 4 al 8 de marzo y un último tramo previsto entre el 18 y el 22 del venidero mes, fechas cercanas a las vacaciones de Semana Santa, uno de los períodos de más tráfico aéreo del año.
Será la primera huelga de esta envergadura en la línea de bandera, cuyos efectos pueden ser incontrolables en algunos aeropuertos españoles, especialmente en el de Madrid-Barajas, advirtieron los gremios convocantes.
Los pilotos de la compañía denunciaron que las decisiones tomadas desde la creación del holding IAG van orientadas al vaciamiento de producción y de activos de Iberia, con el fin de financiar las pensiones de los trabajadores británicos.
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